Lavando en Kamakura y alucinando por Akiba
El camino hacia la estación de metro no parecía ya tanta cosa sin las maletas, así que en un suspiro llegamos ilusionados a ella, cogiendo así el suburbano hasta Ueno y pasando a la JR en lo que sería nuestro viaje hacia Kamakura, la bonita ciudad costera llena de árboles y templos en equidad, vamos, que cada árbol puedes encontrar un templo cercano :P Empezamos nuestra ruta caminando hacia el templo Jinja, erigido por Minamoto Yorimoto, debido a un sueño que tuvo con la cueva en la que está situado, en la cual el dinero que se lava allí tiene la peculiaridad de que una vez pagado con él, en un futuro volverá a nosotros.
Siguiendo nuestra peregrinación llegamos al emblema de este pueblo, el gran Buda de Kamakura, una estátua de bronce de 13,35 metros de alto, hueca por dentro, como podemos ver en las fotos siguientes, mirando las "alitas de Buda" como dice Mari, o ventanas para dejar escapar el calor, acto imposible ya que dentro es como estar en un horno de bronce y te sientes como un pollito dando vueltas a l'ast. Es interesante verlo por dentro para ver cómo lo han ido forjando y levantando, viendo las junturas y los apaños que le fueron haciendo para levantarlo, cual Pepe Gotera y Otilio.
Acabada esta ruta de cuatro templos de Kamakura (puesto que ver todos los templos nos traería todo el viaje completo) nos volvimos para Tokyo de nuevo. Ahora tocaba que Mari Carmen viera Akihabara en todo su esplendor, el gran barrio de la electrónica, el gran barrio ultra-freak por excelencia, donde los otakus con camisa de franela y gafitas, mochila en ristre, se pasean buscando juegos, muñecas pervertidillas, gadgets, mangas y frikeo en general. Las luces, la gente, todo el ambiente hay que vivirlo allí de pie. No es extraño que más de una mujer vestida de maid te asalte y te de unos kleenex con la dirección del café maid en el que te sirve los cafés.
Listening: I Know You Know (Psych Theme) - The Friendly Indians
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